viernes, julio 29, 2011

Bulgaria, informe I. Sofía(I)

Todo viaje tiene un comienzo, y éste no va a ser menos. Digamos que comenzó verdaderamente el 26 de Julio de 2011, a las 21:00 en el aeropuerto de Málaga, momento casi exacto en el que un avión despegaba con un pasajero en su interior diferente al resto: un españolito de a pie que no había estado fuera de su país más de una semana y que, por circunstancias del destino, emprendía un viaje de 12 semanas a Sofía, la capital de Bulgaria. Más lejos de lo que jamás había viajado, realmente.

Ya en el avión comenzaron a confirmarse teorías que yo había leído anteriormente y que no se pueden corroborar si no se está en la situación: los búlgaros son gente amable. Una señora muy amable, búlgara, cuando me encontraba despierto y no intentando dar una imposible cabezada, hablaba con mi futura compañera de piso y conmigo en una mezcla de búlgaro y español, riéndose y quejándose al mismo tiempo de que tenía frío. Ya propiamente en la frontera búlgara, una policía me deseó "good evening" después de ver la cara de dormido que debía tener, es decir, lamentable. En el aeropuerto nos recogió una de las tutoras, Luba, que casualmente iba a recoger a otra chica que, ¡casualidades de la vida!, era su propia hija que volvía de Erasmus de Madrid. En el camino al piso, en el coche particular de Luba, ella misma nos explicó todos los sitios por los que íbamos, sin importar que fueran las 2 de la mañana ni que estuviéramos todos, los cuatro, reventados. Propiamente en el piso, nos dio las llaves del mismo, planos de la ciudad, bonos de transporte y un préstamo para que compráramos comida para el día siguiente.

Al día siguiente conocimos a la otra tutora, Elitsa, la cual nos llevó por toda Sofía viendo y situando todos los monumentos que nos encontramos a nuestro paso, así como visitando la catedral de Sofía, de la iglesia ortodoxa. Ahí pudimos ver la ciudad en todo su esplendor, es decir, tranvías y trolebuses potenciando la no contaminación, tiendas minúsculas donde encontrar cualquier cosa ya sea de comida, bebida, tabaco, e incluso útiles de limpieza. Ultramarinos de 3x2 metros, al lado de pizzerías y kebabs que despedían un olorcillo que te llamaban a comerte uno cada diez minutos; afortunadamente no hicimos eso. Para comer, pedimos uno de los platos estrella de Bulgaria: patatas fritas con queso blanco. Pensaréis: pues vaya chorrada de plato, eres un chufla por comerte eso. Eso pensé hasta que vi una fuente de patatas en mis narices rebosante de queso blanco rallado, parecido al fetta pero mucho menos graso, aderezado con su pinta de rubia búlgara. Cuando nos quedamos solos mi compañera y yo, decidimos ir a comprar a uno de los ultramarinos los útiles mínimos para desayunar, ya que al día siguiente teníamos nuestras respectivas tomas de contacto con los trabajos. Cenamos provisiones aún españolas y nos acostamos, aún cansados del viaje.

Ya en mi segunda jornada en Sofía, me acerqué con la tutora Luba a la empresa en cuestión, es decir, a el Instituto de Biodiversidad y Recursos de los Ecosistemas de la Academia Búlgara de las Ciencias; resumiendo, a la centralita de las estaciones biológicas de Bulgaria. Ahí vuelvo a comprobar la hospitalidad búlgara donde me enseñan todas las instalaciones, me presentan a todo el personal y me muestran mi lugar de trabajo, al lado del director de dicho instituto, todo ésto en inglés y pendientes de que me enterara de todo para que no me sintiera desplazado. Con una sonrisa en el corazón afronté el segundo día, es decir, de compras búlgaras para comer. Después de comprar, comer y descansar, estuvimos dando un paseo por el norte de Sofía y descubrimos un verdadero PUB. Ahí cayó otra pinta. Cenita rápida de pizza y a dormir, que hay que levantarse pronto para ir a trabajar.

En el trabajo, no puedo pedir nada más. El director pendiente de que me entere de todo lo que tengo que hacer (y poniéndome a prueba), luego me invitó a comer en un restaurante búlgaro donde degusté nuevos platos del país y por la tarde a trabajar, hasta las 6. Es a las 17:30 cuando aparece uno de los trabajadores a hacerme una oferta que no pude rechazar: colaborar en un proyecto ornitológico (estudio de aves) en el que yo me encargaré de hacer todos los mapas y estudios informáticos y, si todo sale bien, la publicación del estudio donde aparecerá un servidor, es decir, ¡mi primera colaboración en un proyecto, y en el extranjero! Aunque mi trabajo será tedioso y acabaré de ordenadores hasta los píxeles, aprenderé cómo trabajar en un área desconocida para mí y conoceré gente importante e interesante. Y en inglés, para más inri.

El lunes comenzaré el trabajo de verdad, donde podré demostrar lo que valgo y mi capacidad para desenvolverme en situaciones realmente complicadas (hazte entender con búlgaros que saben tanto o menos inglés que tú, trabajando en algo que hace años que no manejo) y donde sé que sufriré, me desesperaré, puede que llore y maldiga en arameo arcaico, pero que agradeceré siempre.

Si queréis conocer Sofía, el barrio en el que vivo, y mi piso, tendréis que esperar a la segunda parte del informe sobre Sofía.

lunes, julio 25, 2011

Fear of the dark

Dicen que cuando un hombre camina por la oscuridad es un hombre que camina solo; esos momentos son los más terroríficos porque es cuando afloran los peores miedos que tiene un ser humano y aparecen sus temores primigenios. ¿Por qué el miedo a la oscuridad? Porque no sabemos lo que se esconde en ella, desconocemos el camino por el que vamos andando y, aunque lo tengamos memorizado, recorre por nuestra espalda un escalofrío espeluznante cuando escuchamos el más leve ruido a nuestras espaldas. Este miedo no es directamente a la oscuridad, sino a lo que en ella se esconde de nuestra vista, negándonos su conocimiento y provocando en nosotros los peores presentimientos. Es el peor miedo de todos, el miedo a lo desconocido. ¿Pero por qué tener miedo a lo desconocido? Hay suficientes razones para conjurarlo, verdaderamente, y cada uno de nosotros podrá dar la suya siendo tan buena como la de cualquier otro, pero el principal motivo es de peso, incontestable y verdadero: la incertidumbre de no sentirnos capaces de superar lo que se nos ponga por delante. Éso es lo que nos hace tener miedo a lo que no conocemos, el no sentirnos capaces de superar los obstáculos que nos ponga la vida por delante y no sentir el abrazo protector de quien sí nos puede ayudar. Es sencillo enfrentarse a los miedos de cada uno con el conocimiento de que si salimos escaldados podremos volver a casa a curarnos y lamernos las heridas, pero cuando alguien se ve delante de la cueva oscura y húmeda sólo con lo puesto y una palmadita en la espalda hay que tener mucho valor y coraje para entrar, aun llevando las mejores de las armas y defensas. Ahí es donde se demuestra la verdadera valentía de una persona, el saber estar y los arrestos que tiene.

Ahora, a las puertas de la cueva oscura, es cuando me ataca, se aferra a mis entrañas, me agarra del cuello y se ríe burlonamente en mi cara, jactándose de su fuerza y poderío, sembrando mi camino con las semillas del miedo y la duda. Y seamos sinceros, es realmente poderoso y no se limita a reírse de mí, sino que me atormenta con su chillona y burlona voz atravesando la pared de hielo para escribir con fuego las palabras malditas en lo más profundo de mis entrañas. Palabras que el escucharlas me ponen zapatos de cemento, vendas en los ojos y esposas en las muñecas, impidiendo que me mueva y sólo dejándome hablar para regocijo de quien me puso esas férreas cadenas. Pero, por muchas cadenas que me quiera poner el miedo a lo desconocido, me levantaré, me arrancaré la venda de los ojos, conoceré lo desconocido y gritaré con rabia y triunfo, quebrando las ataduras y poniendo un pie delante del otro con mis zapatos de cemento, aplastando a esa chillona vocecilla y demostrándole que los cobardes huyen hacia detrás, pero los valientes huyen hacia delante. Siempre hay más posibilidades de morir huyendo hacia delante, pero es así cuando resurge el ave fénix con bríos renovados y más sabia, conociendo lo antes desconocido y sabiendo cómo enfrentarse a ello.

Estaría loco si no conociera el miedo en la vida, sobre todo el miedo a lo desconocido. No considero humillante reconocer que tengo miedo, pero sí considero importante sentirme capaz de superarlo dándome confianza a mí mismo mostrando al mundo que, por muy oscura que sea la cueva que me ponga delante, lucharé. Lucharé por mi vida, por mi destino y, en el momento de la verdad, por poder mirar directamente al sol y poder leer simultáneamente en su brillo y mis ojos reflejados el orgullo de haber conseguido el mayor premio de todos.

sábado, julio 16, 2011

Vergüenza

" Entre el Atlántico y el mar Mediterráneo hay una tierra de mar y mucho sol en que desde antaño se viene practicando una asquerosa y sucia tradición..."

Rememorando la canción de SKA-P del mismo nombre, no puedo dejar de empezar esta entrada con esa estrofa, en la que se critica duramente el mundo del toreo y el espectáculo que todo conlleva. Bueno, debo decir que, sin que sirva de precedente, me siento en estos momentos como ese pobre animal condenado a ser atacado con pinchos, banderillas y mareado con una tela roja hasta la extenuación para luego ser matado ensartándole una espada. Me siento humillado, ultrajado, con deseos de huir desesperadamente de esta plaza en la que me encuentro ahora mismo y vivir ajeno a esos toreros de la vida.

Me da vergüenza del torero cuando, súbitamente, al aparecer una mano traicionera para el torero, le arranca el capote y le deja al descubierto, mostrándole como es, sin el truco que le permitía sobrevivir para dar un espectáculo ante un público exacerbado, deseoso de ver la sangre correr; dejándome ver su desnudez ante mis atónitos ojos. Afortunadamente, o eso creo, esta plaza de toros está vacía, por lo que no hay espectadores que contemplen la faena. Vergüenza torera es la llamada cuando una persona debiendo retirarse a tiempo de donde no es bien recibida sigue adelante; habiendo demostrado que no es como todos esperaban inicialmente y, al mostrar su rostro, ve que ha sido destruida su máscara de seguridad. ¿Tenemos hoy en día vergüenza torera para enfrentarnos a los obstáculos y superarlos? ¿O, cobardemente, el torero descubierto enarbola la espada para ensartar al toro esperando encontrar la muerte? No tengo respuesta a esas preguntas, y me gustaría tenerlas, realmente. El ahorro de disgustos sería grande.

Valor para enfrentarse a un toro tienen las personas, realmente, hay que ser muy valiente para enfrentarse a un animal de estas condiciones. Protegidos por un buen capote, disfrazando una realidad que es preferible ocultar. Lamentablemente, en cuanto ese capote desaparece, desaparece también todo el valor y buenas intenciones del torero, mostrándose como es realmente ante el toro. Es el torero quien decide cómo actuar entonces, apelando a su valentía y enfrentándose al toro o huir de la escena cobardemente, escudándose en capotes de falsedad para ocultar su vergüenza torera, es decir, esconder sus miedos.

Toreros (y toreras) de la vida, hay toros ante los que es mejor no usar capotesy máscaras, porque al ser descubiertos seguramente la vergüenza torera será más fuerte y saldréis mal parados, con una dolorosa cornada y con la vergüenza de ser tachados de cobardes.

viernes, julio 08, 2011

La historia infinitamente interminable

Después de tantos días sin dar señales de vida, tenía que decir algo profundo y que inspirara respeto... la sima de las Marianas. No hay nada más profundo en la tierra, realmente.
Cuando uno mira dentro de sí, es como si mirara en una sima kilométrica, ya que no tarda mucho en perderse la luz y estar a oscuras solamente con nuestros pensamientos, nuestros miedos y, lo más aterrador, nosotros mismos. Como si tuviéramos ante nosotros la Puerta del Espejo Mágico. ¿Que qué es la Puerta del Espejo Mágico? Pues una de las tres Puertas a cruzar para encontrarse con el oráculo Uyulala; aparece en el libro La Historia Interminable, de Michael Ende. Si no sabes de lo que hablo... léete una de las mayores novelas para todas las edades del gran Michael Ende. De ahí el nombre de la entrada, y la alegoría tan extraña al comienzo. Esta entrada no es ninguna tribulación, realmente, aunque sí que puede acarrear vicisitudes lo que implica en ella y lo que implícitamente se puede leer; pero aunque no se entienda, es al menos una digresión de lo que hasta ahora anteriormente he estado desarrollando. Comencemos por donde comienza toda historia, por el principio.
¿Cuándo comienza nuestra historia? Me refiero a la historia personal de cada uno, no a la Historia de la Humanidad, eso sería meterme en camisas de once varas... y no estoy tan gordo. Una historia, cualquiera, se puede decir que comienza cuando es contada por primera vez, pero puede hablar de tiempos pasados, presentes e incluso futuros, sin ser por ello menos cierta. Y, al ser contada, podemos decir del mismo modo que en ese momento estamos dando sentido a los grandes enigmas que se nos presentan en la vida hasta ese momento, y resolviendo seguramente futuros enigmas que no sean nuestros, sino de nuestros descendientes o ascendientes, quién sabe. Con esto visto hay que pensar del mismo modo que una historia siempre proviene de otra, y ésta otra vino de otra anterior... y así hasta la primera historia jamás creada, que si sabéis cuál es guardadla como un tesoro y compartirla con quien vosotros más queráis. Pero volvamos a lo nuestro, que me desvío del camino y no acabo. Nuestra historia es contada a raíz de más historias, influenciadas directamente por infinitas historias relacionadas con nuestros familiares, amigos, profesores, y personas que nos aporten algo a nuestra vida. Podemos ver, entonces que nuestra historia proviene de otras historias anteriores, siendo tantas que se puede decir que vivimos en una auténtica historia interminable.
Esta historia interminable que es nuestra vida no es patrimonio personal, afecta a todas las personas que nos rodean como ellas a nosotros, creándose momentos paralelos y situaciones en las que pueden coincidir en mayor o menor grado, no siendo siempre una relación neutra, suele inclinarse hacia un lado de la balanza, al ser humano le gusta ser siempre desequilibrado hacia un sentido para poder desmarcarse del resto o, simplemente, sentir que tiene su propia libertad. Estos paralelismos de historias no se puede decir que sean aburridos para un lector externo, ya que son los paralelismos los que le dan a una historia alicientes para que siga siendo leída, vivida o escuchada, depende del tipo de personaje que se sea. Mi historia... bueno, tiene sus paralelismos con otras, no tengo modo de impedirlo; aunque debo reconocer que hay paralelismos mejores que otros, y que hay algunos de ellos que no quiero que dejen de serlo, ya que al ser sinérgicos no es recomendable que se acaben, como sabe todo estudiante de sistemas ecológicos. Lo más extraño de los paralelismos es que realmente no se saben ni dónde ni cuándo empezarán, ya que pueden estar escondidos detrás de otras historias que propician esos encuentros, sin que en un primer momento pudiera siquiera imaginarse que dos desconocidos una noche se vean y a los diez minutos comience su historia paralela.
Como bien se sabe, es de bien nacidos el ser agradecidos; pero... en éste caso a quién debo agradecerle las historias que han dado a mis paralelismos? Ante todo a las más cercanas, ya que durante 25 años han avanzado junto a la mía; luego a las pocas que han seguido siéndolo después de haber sido sinérgicas porque me han enseñado a ser lo que soy; sobre todo a una de ellas. Y, en definitiva, cómo no, a quien me está permitiendo escribir esta historia y que será parte de esta historia interminable que es nuestra vida, perdurando hasta que sea infinita. A te, grazie per tutto.
No podemos negar que esto va a continuar hacia adelante sin prisa pero sin pausa... pero ésa es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión.