viernes, enero 13, 2012

Con el vaso a medias

Esta semana me han dado una lección. Una lección de actitudes, de saber pensar y de mirar al mundo con otros ojos aparte de los que nos sirven para poder contemplar la realidad que nos rodea. No me han golpeado, pero me han marcado. Tampoco me han insultado, pero me han encendido el ánimo. Es curioso cómo, con una infantil pillería se puede desencadenar un conjunto de casualidades (o causalidades, depende de cómo quiera verse) que me han hecho reflexionar como hacía tiempo que no lo hacía. Y me han hecho replantearme la vida desde mis más profundos cimientos.

Todo comienza con un vaso de café con leche, una máquina de café incompleta y un pedido sencillo: un descafeinado. No hay posibilidad de un descafeinado: no pasa nada, llevamos uno normal y no se comunica a la persona correspondiente. Esta persona, poco acostumbrada a la cafeína, dispara su mente y acelera su capacidad bombeadora de sangre, haciendo que su ya de por sí carácter activo se multiplique. Y da la casualidad (o causalidad, ya que yo era uno de los pillos) de que comenzamos a hablar. Sólo a hablar, a compartir la experiencia de quien ya conoce más primaveras que uno mismo y de quien, con menos vivencias, ha sufrido ya unas cuantas tribulaciones y vicisitudes, haciendo su existencia menos anodina. Fue una charla completa, cargada de contenido y de razones, de puntos de vista diferentes, de temores y temeridades, diciendo mucho y hablando poco, dejando que sean nuestros propios cuerpos los que expresen nuestros sentimientos con posturas, gestos y miradas. A raíz de esa charla y de lo que me enteré, viendo las marcas de la vida y leyendo las huellas del amor, comprendí mucho sobre la vida, sobre lo que significa vivir y la importancia de vivir como cada uno requiere en cada momento. Aprendí nuevas vertientes de la libertad, de acongojonamientos y de la milgarosidad del altruismo.

¿Cómo veo el vaso? ¿Medio lleno o medio vacío?  Pregunta con la que todos nos pretendemos hacer psicólogos, analizando la respuesta y las razones que dan los preguntados. Estos días me han enseñado que los vasos no están ni medio llenos ni medio vacíos, son sólo vasos cuya capacidad de almacenaje está al 50%, no hay más. Son vasos con un líquido, ya sea agua, aceite, alcohol o leche. La importancia no es ver el vaso lleno o vacío, lo importante es por qué lo ves así, qué implica el verlo así y por qué está así. Ser optimista y pesimista en tus razonamientos. Aprender a razonar por qué vemos el vaso como está, y los sentimientos que representa el verlo así es lo realmente importante, es lo que demuestra la actitud ante la vida, no la respuesta. El planteamiento del problema no es dar una respuesta simple, es reflexionar sobre por qué vamos a formular esa respuesta. Saber responder ante la necesidad de tomar conciencia de que nuestro propio vaso se encuentra a la mitad, y decidir cómo plantearnos la vida de ese líquido y cómo nos hace sentir. Yo he aprendido a ver un vaso que tiene agua, medio vacío, ya que se va evaporando el agua y la perderé irremediblemente, pero aún tengo agua que veo, y con ella haré que medio vaso sea como un océano.

He aprendido la importancia de los pequeños y grandes momentos, el exprimir cada segundo y el hacer la vida que me planteo, ya que mi vaso es mío, y nadie lo puede llenar. También he aprendido a ver la realidad ya conocida por mí: la vida es muerte, la muerte es vida; y este pensamiento es el que me hace ver mi vaso aún con agua, ya que por poca que sea, aún no ha pasado por la noria, puedo aprovecharla y hacer con ella lo que me plazca. Es este agua la que me sirve para hidratarme en mi camino, aunque no sea enteramente mía.

Y tú, persona leyente, ¿cómo ves el vaso?

lunes, enero 09, 2012

B-sides

Todo este tiempo sin decir nada, un sonoro silencio en el que poco a poco se iba fraguando una nueva concepción de la vida y de las relaciones sociales. Nada nuevo, podemos resumirlo en que el 2011 ha finalizado de un modo muy caótico y aprendiendo a reaccionar como debe hacerlo un  hombre. Ya ha cambiado el año, comienza una nueva etapa y nueva entrada con ello.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que un final no es otra cosa que el inicio de algo. Con este símil me viene a la mente algo que desgraciadamente los que hemos pasado la veintena de años hemos vivido y disfrutado como nadie: las cintas de cassette. Aún recuerdo mi primer álbum comprado de uno de mis grupos de la infancia/adolescencia, donde una rubia aparecía cogiendo manzanas de un árbol seco. Era mi gran tesoro, mi primer material musical propio y definitorio de mi personalidad musical. Y recuerdo también que en la cara B del cassette estaban mis canciones más preferidas y personales del grupo, donde mostraban su calidad musical y las canciones menos comerciales. Fue en ese disco, en esos años, donde aprendí que las mejores cosas no tienen por qué estar en la superficie, que para comprender algo en todo su esplendor hay que conocer las cosas que nos pueden ofrecer desde el principio hasta el fin. Es también, hablando de este lado B, donde me resultaba más fácil encontrar las canciones más representativas de este grupo el resto de casssettes que tenía, o los que me hacía con las canciones de la radio que me gustaban más. Siempre me gustaron las caras B, esa cara oculta a los que sólo perseguían el gran "hit" del momento y no querían preocuparse de nada más, ni descubrir más material.

Es paradójico que me siga pasando ahora, pero no con los cassettes o soportes musicales; es mi devoción buscar la cara B de las situaciones, de las personas, de las acciones; buscar siempre lo que no quieren mostrar o, expectante, observar y vivir esas situaciones. Escuchar, ver, sentir, vivir la cara A y B de la vida. Nunca dejaron de sorprenderme, ya que en ellas pude encontrar las mejores y peores cosas de lo que tapizaron con mi hilo las Parcas (Moiras). Me he encontrado con algunos entretejidos bastante anodinos, otros bastante ásperos y muchos, muchos de ellos inesperados, para lo bueno y para lo malo; algo que siempre agradecí, ya que en el momento de usar las tijeras sentiré y podré decir orgulloso que mi vida no fue para nada vacua. Pero, no puedo evitarlo, hay muchas de estas situaciones que no entiendo, no entendí ni entenderé, hilos anudados sobre mi piel que me constriñen sin que pueda evitarlo. Éstas son las caras B que me construyen más, me fortalecen más aunque se aprieten con fuerza en mi cuerpo y mente, queriendo romper los hilos ya entretejidos.

Caras B. A pesar de todo, y además de todo lo que haya dicho hasta ahora, y siempre exceptuando las confirmaciones de la regla, me gustan todas las caras B que me presenta la vida. Nunca dejarán de sorprenderme (para bien y para mal), personas de mi vida, ya que vuestras caras B me gustan, además.